No queremos estar en otro lugar
que no sea aquí,
donde nunca faltaron
ortigas, malvas
y en la fecha señalada
flores recién cortadas.
flores recién cortadas.
Abatidos cerca del pueblo
por una descarga de plomo
en los clarines del alba.
Tanto tiempo de rodillas
para acabar erguidos
sobre esta cuneta
sin darles la espalda.
Hoy somos exhumados.
Nuestros nietos con un pincel
cosquillean acariciando
los huesos desperdigados.
Por nosotros les hablan
nuestros cráneos horadados
nuestros dientes
las suelas de nuestros zapatos
y aquél sonajero que ella ocultó
en el cuenco de su mano,
les regala un relato.
Ojalá sepan dejarnos aquí
sepultados en lava de odio,
con la tierra por sudario,
dónde mirándonos y maniatados
nos dimos el último abrazo.
“Requiem aeternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis”
© 2020 Texto de Arturo García Fernández
© 2020 Texto de Arturo García Fernández
Qué hermosura, qué tristeza más inmensa. Todo el poema es precioso, cada verso es un desgarro y el final tiene una fuerza bestial.
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