miércoles, 14 de julio de 2021

Soneto

Ahora lápiz y goma son ópticos

bajo mi mano tengo un roedor,

su cola cable, su hocico cursor,

flecha negra de pulsos épicos.


No come el queso, si los huecos,

en la ventana de mi ordenador. 

Cuando persigue al arte mayor

encuentra acentos y busca ecos.


Para sacarme del último aprieto

consigue en un tiempo record

demostrar no ser ningún paleto.


Mouse con la cortesía de un lord

ahora me deja este soneto

para que ya, lo exporte a word.

  

  ©  2021 Texto de Arturo García

viernes, 9 de julio de 2021

Poesía y Música

                                 "Carta", "Elegía" y "Claro de reloj"  son propuestas para letras de canciones. Si les veis alguna posibilidad, poneros en contacto conmigo naranco@hotmail.com 

Carta

                                Queridos Reyes de Oriente,
he sido bueno y obediente.
Me dicen que no sea pesado
pidiendo muchos regalos.

Con la noche por delante
a caballo, camello o elefante
leeréis en las arenas del cielo
vuestra  ruta con anhelo

hasta un pesebre de Belén,
donde al Niño nacido en él
con oro, incienso y mirra
rodilla en tierra, adorareis.

Después de atender a más gente
que sean vuestra prioridad
lo mío podéis tener presente
en estos tiempos de dificultad.

Ojalá encontreis el verso
que al igual que mi deseo
elimine del mundo
todo lo violento y feo.

Me despido y juro
que de  todos los Arturos,
esta carta la ha escrito
el pequeño yo mismo 
que decían Arturito.


                 
              "Elegía"

    Ay, arbolito de los años
que con pedacitos de olvido
vas contándole al viento
soledades, desvarios.

Guardabas en tu piel
reliquias de columpio y risas.

Guardabas en tu sombra
secretos de penas y besos.

Desde lo alto vigilabas
el recodo del camino
por donde hemos partido
casi todos los vecinos.

Hoy apenas reconozco
ese tronco nudoso hueco.
Tú, ahora dando cobijo 
a mis quejas y mis ecos.

Ay arbolito añorado
voy a contarte bajito.
El mástil de mi guitarra
salió de aquella rama 
que me dio quien la cortó,
   para descolgar a mi hermana.

   Ay, arbolito de los años
que con pedacitos de olvido
vas contándole al viento
mis soledades, mis desvarios.


"Claro de reloj"

    Me senté
en un claro del tiempo.
Era un remanso
de silencio,
de un blanco silencio,
anillo formidable
de muelles desiertos,
donde los luceros
chocaban con los doce flotantes
números negros.
Ignoré 
que el gruñón Caronte
aguardaba en uno de ellos.
Cuando la brisa del alba,
estremeció al olivar
sus hojas susurraron un Credo.
 
 Con la luna difunta,
una luciérnaga azul
me dio consuelo.

Escuché al cojo maestro
llevar el compás
con dos banderilleros.

¡Dejadme cantar con ellos!
Que muerto me quedaré.
Cuando choquen los luceros,
con mi número negro.

“Claro de reloj” de Federico García Lorca / Amplificación de Arturo García





Romance

Mejor quedamos aquí, 

criando ortigas y malvas.

Esperando en nuestro día,

las flores recién cortadas.


Y cavamos nuestras tumbas

sin fatigas, muy callados

las azadas y el esfuerzo

nunca nos fueron extraños.


Vinieron a por nosotros,

y clareaba la mañana.

Entonces nos llovió plomo,

con las luces de aquél alba.


Permanecimos de pie

sin darles nunca la espalda,

firmes en esta cuneta

pisando la tierra hermana.


Lava de odio nos sepultó

en la contienda pasada.

Hasta hoy, cuando los nietos

desentierran nuestra causa.


Vinieron a por nosotros,

y clareaba la mañana.

Entonces nos llovió plomo,

con las luces de aquél alba.


Les hablan en silencio,

nuestros cráneos horadados,

y el sonajero que ocultó, 

en el cuenco de su mano.


¡Ojalá! sepan dejarnos aquí,

con esta tierra por sudario.

Aquí, donde al mirarnos. 

nos dimos el último abrazo.


Vinieron a por nosotros,

y clareaba la mañana.

Entonces nos llovió plomo,

con las luces de aquél alba.


Entonces nos llovió plomo,

con las luces de aquél alba.


Entonces nos llovió plomo,

con las luces de aquél alba.





 

Canción 

Mejor quedamos aquí, criando ortigas y malvas.

Esperando en nuestro día, las flores recién cortadas.


Vinieron a por nosotros,

clareaba la mañana.

Entonces llovió plomo,

con las luces del alba.


Quisimos estar de pie

sin dar nunca la espalda,

firmes en esta cuneta

pisando la tierra hermana.


Lava de odio nos sepultó

en una contienda pasada.

Hasta hoy, que los nietos

desentierran nuestra causa.


En silencio, les hablan

nuestros cráneos horadados

y el sonajero que ella ocultó, 

en el cuenco de la mano.


¡Ojalá! sepan dejarnos aquí.

¡Aquí! con este barro de sudario,

dónde mirándonos y maniatados

nos dimos el último abrazo.


Vinieron a por nosotros,

clareaba la mañana.

Entonces llovió plomo,

con las luces del alba.

 

         ©  2021 Texto de Arturo García