viernes, 7 de mayo de 2021

¿Estudias o trabajas?

Escribir sobre los territorios de la memoria, es como practicar vuelo sin motor. Sobre todo, sí además se hace sobre los paisajes de la adolescencia. Donde aquél niño, inquieto y sin haberse quitado su abrigo tenía dificultades para ponerse en la fila. 


En sus ojos y rostro el frio del rocío de la mañana, venía de trabajar desde antes del amanecer. Intentaba entrar en la hilera, sus manos pequeñas y fuertes dibujan las asas de lecheras con tapas de zinc. Como si quisieran marcar su destino. 


En la furgoneta junto a su padre, fueron y vinieron, alrededor de la ciudad. Recogiendo leche fresca para distribuirla a domicilio. Era vivaracho y poco mayor que nosotros, ahora ordenados en una somnolienta fila para entrar a clase. 


“Muchachos, como no estudiéis, terminareis cómo Casildo. Repartiendo leche por Lugones”. 


A los catorce años nos tocó la primera reválida. El examen de ingreso había sido cuatro años antes. Conocíamos los nervios y la destemplanza  de  las pruebas de Estado. El colegio necesitaba resultados.


Casildo, repetidor del año anterior había logrado entrar en nuestra fila, entre apretujones se oía “Aquí no. Aquí no. Lávate” y un desabrido "Hueles a sudor”.  Un día, otro día, más o menos hasta mitad de curso, cuando fue sentenciado: “Casildo, solo sirves para trabajar”. 


Nosotros seguimos temerosos y aplicados, con nuestras gramática, latín, geografía, matemáticas. Dimos mucho más que lo mínimo y pasamos a quinto curso. Segundo idioma francés. No estaba bien visto pedir inglés. 


En sexto otra revalida. Ahora superior. El grupo se diezmaba. A Luis y su bicicleta, hacían recados de la farmacia. Pacoché en una obra a pico y pala. La familia de Tito, completa, emigró para Alemania. Pepe dándose madrugones, en el obrador de una pastelería. Goyo con una escalera de mano, a cablear para Telefónica. Un tío de Javier, lo colocó de conserje en la Caja de Ahorros. La polio no indultó a Carlos. Con la viruela y la escarlatina,  llegaron las cuarentenas.


Mientras en clases de gimnasia, un señor con el mismo traje príncipe de gales, cruzado y bien abotonado. Lucía su pelo acharolado, con la raya a escuadra y cartabón, soplando aquel silbato: piernas abiertas, brazos en cruz, un, dos, un, dos. Manteniendo impasible el ademán, a la vez que el contorno de su rostro se hacía más y más pentagonal.


Otro día descubrí, después de escuchar al profesor de literatura hablar de las metáforas, que para mí tenía sentido escribir “asfaltado campo de futbol, piel de un gran rinoceronte que desaparece cuando salimos a jugar”, pagando el precio del cachondeo general.


Los que estudiábamos llegamos al Preu, la mayoría en la opción de ciencias. Empezamos a descubrir que nuestros profesores no sabían la lección. Hacían lo que podían, normalmente tomarla a un alumno sobre lo no explicado por ellos. Entraron en acción las clases particulares, el cálculo se hacía infinitesimal y los antiguos alumnos mas aventajados ganaban su primeras pesetas. Con uno de ellos vislumbré un mundo en la física después de Newton y la formulación en química dejó de ser para mí un sudoku.


La cosa de estudiar acojonaba cada vez más y, además tocaba examen oral de francés. Leer un texto, traducirlo y conversarlo. Lo hábil era enlazar, en la conversación, alguna palabra con uno de los temas preparados.


La Catedrática, eligió para conversar conmigo les maçons y al poco le contestaba ...Oui, les maçons font les maisons ... Ma maison a …. con una pronunciación que ni en Perpiñan pillarían. Pero suficiente para no dejar mal al profesor. Un español, hijo de exilados, recién llegado a nuestro país. Portador de un espeso cabello y bigotón muy negros, en su 2CV amarillo de matrícula francesa. A su lado  dejaba la moto&sidecar BMW R75 el de inglés. Casco de cuero, gafas de aviador, mirada azul y aguileño perfil sostenido en ralo y rubio bigote.


Mucho más tarde, las luces de la transición sacaron al primer plano de la actualidad al profesor de francés como miembro del PCF y al de inglés como nazi buscado por denuncias holandesas (y no estoy haciendo una licencia literaria).


Pero no adelantemos tiempos. Cuando el Sgt. Pepper´s entusiasma nuestros corazones solitarios y Otis Redding les regala soul. Por radio y guateques la música no cesaba de crecer. Leonard Cohen nos presentó a Suzanne en la isla de Wight. Las portadas de los vinilos marcaban tendencias. 


"Mientras fuimos aprendiendo a vivir de realidades. Éramos personas de lejanías, de utopías, de proyectos líricos y tuvimos que aprender a vivir de cercanías, de lo inmediato y a despertar de todos los sueños”. Testificó Paco Umbral.


Casildo lideró las ventas de leche en la región, creó una sociedad mixta láctea, que pronto diversificó en empresas inmobiliarias y concesionarios de automóviles Ford. Se había hecho más judeo que cristiano. Cuando llegó a los medios de comunicación, la concesión de licencias de FM le permitió fundar Radio Bianca.

 

Así, hasta que  la banda sonora del vuelo por aquellos tiempos aterrizó en Radio Kiss. Su éxito de audiencia originó un contencioso que se saldó con una indemnización de doscientos millones de euros a nuestro antiguo compañero de colegio. Y eso que solo servía para trabajar.



 

©  2021 Texto de Arturo García en 856  palabras 

1 comentario:

  1. Estudias o trabajas.
    Este sí que me parece un puro texto autobiográfico donde, de manera poética, se filtran las escenas más evocadoras de lo que se pretende narrar. Muchas veces lo poético no está en las palabras esdrújulas o en las metáforas o en las imágenes (que son esdrújulas), sino en la selección escueta de las escenas que mejor expresan. Aquí eso está logrado. También le da un tono poético el laconismo, la frase corta, el ritmo algo sincopado: lo poético no tiene que ir siempre de la mano de la floritura y el barroquismo, sino todo lo contrario. Para que empezase más impactante, le quitaría los prolegómenos y reflexiones del primer párrafo, que casi siempre sobra: empezaría en “en sus ojos y el frío del rocío de la mañana”, aunque frío y rocío tienen una rima interna cacofónica. Otra cosa que le veo al tema es que es algo disperso. No sé bien qué se quiere contar, si la historia de Casildo o del curso entero o de un periplo por colegios e institutos, habría con concretar un poco, darle más peso a alguna de las ramas. Muy bien la cita de Umbral (que citaba a Heiddegger) sobre el “ser de lejanías”. ¿El antiguo compañero de colegio era el empresario Blas Herrero? Bueno, claro que lo es.

    Sergio C. Fanjul

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