jueves, 25 de marzo de 2021

¿Ha llegado la primavera?

                               

           En cuanto los días crecen, los árboles lucen sus flores. Hasta la próxima helada. Entonces sus pétalos caen temblando con la brisa de la tarde. Y la primavera no se atreve a subir la cortina del todo. Cosas del cambio climático, dicen. 


                               Casi todos la esperamos en un paisaje urbano. Los colores y los embozados rostros de las gentes, no transmiten una especial euforia. En los escaparates, raramente se ven colores. Aumentan las pulgadas de nuestras televisiones. Plasmas de gas electrificado, nos ofrecen al instante la estación que deseemos.

                                              

   Pensamos que los Polos se derretirán y que las aguas ascenderán. Qué seremos anegados. Aunque no llueva como antes. Aunque veamos nuestra basura amontonarse en las aceras no queremos darnos cuenta de su exceso. Miramos, como si nada, las nubes de gases en los tubos de escape. Derrochamos el calor de nuestras calefacciones. Vivimos en un invernadero con un techo trasparente de nuestra propia mierda que tiene la desfachatez de mostrarse algunos días e incluso de reflejarse en nuestras aguas o de regalarnos una lluvia ácida. Pero nada. A lo nuestro.

   El calentamiento global nos motiva. La mayor coalición para salvar el planeta se presenta: tenemos más de 400 organizaciones en una Alianza por el Clima. La joven conocida como Greta Thunberg (Greta Tintin Eleonora Ernman Thunberg) es capaz de sacar a millones de personas a las calle.

                                             

   Nos sorprendemos. Si de vez en cuando nieva mucho y a destiempo. Hemos comprobado cómo basta  una noche para quedar colapsados. Entonces nos ufanamos con acciones heroicas. Desplegamos máquinas por nuestras calles y las sembramos con sal, de las lágrimas que no sabemos llorar. Competimos por éxitos efímeros.  La primavera, asustada, no se atreve a pasar de la puerta.        

                                           

                            



                                                                   © 2021  Texto e imagen de Arturo García en 327 palabras


domingo, 21 de marzo de 2021

La incapacidad


¿Que son los polisacaridos? Estaba de pie ante el profesor sentado. El acto se llamaba tomar la lección. No le contesté a bote pronto, hice un pausa y repetí “ los polisacaridos son ...” despacio y esperando alguna palabra de ayuda, un chivatazo murmurado desde los pupitres de las primeras filas. No llegó nada. El profesor con voz engolada me reprendió por incluir el enunciado de su pregunta en la definición. No pude decir nada más. No sabía la lección. 


Recuerdo esa anécdota al preguntarme ¿serás capaz de hacer un ensayo con poco “yo”? Intentaré contaros la incapacidad que siento cuando pretendo escribir ateniéndome a una estructura reglada. Y me pregunto ¿qué es un ensayo? “Un ensayo es …”


Siempre comienzo por leer  y releer brillantes ejemplos de lo que quisiera lograr, envidio a sus autores. No logro una salida del atasco que me supone redactar "seco y serio", académico, como debe de ser”. Incluso en estos tiempos del todo vale y del tira que libras.


Hay tanta información, que podría utilizar sin dificultad un hábil recorta y pega”. Lo intento. Busco titulares para temas de mucha actualidad “¿Ha venido el teletrabajo para quedarse?”. 

Encuentro un informe de Iberdola, mesurado y objetivo, lo desmenuzo y me pierdo entre los trozos, al intentar hacer con ellos un puzzle distinto del original. No consigo cerrar un pequeño guión con su inicio, nudo y desenlace coherentes. No me funcionan las piezas sacadas de su contexto. 


Cambio de táctica, comienzo con una pulcra definición de la Organización Internacional del Trabajo, “el teletrabajo es una actividad laboral que se realiza a distancia, en una ubicación alejada de una oficina central o de las instalaciones de producción, con la ayuda de las Tecnologías de la Información y la Comunicación”. Podré tirar de ese hilo pues parece ser que nuestra sociedad, así a bote pronto, se ha adaptado con sus ventajas e inconvenientes a esta forma de trabajar. 

Los primeros nubarrones sobre el escenario laboral, aparecen con las competencias que no pueden adaptarse al teletrabajo, es evidente que no se podrá soldar desde casa. ¿Qué actividades económicas son esenciales y cuales no?

Acudí a la Clasificación Nacional de Actividades Económicas, buscando un esquema o una tabla de las profesiones, agrupadas por sectores productivos. Se me encendió la luz roja. Por aquí no hay salida … a los de mi generación nos es más fácil saber lo que no queremos que lo que queremos.


Descarto instrumentalizar, esta vez, al típico narrador que todo lo sabe y manejar un personaje de ficción creado ad hoc entre argumentos contrapuestos. Como una marioneta en un guiñol sobre el que sopla el huracán vírico. Sospecho que  el lector enseguida captará los costurones del texto y en cuanto lean tres o cuatro párrafos, mis intenciones se les harán predecibles.


Refugiado en la cueva de internet me documento más y más hasta la sobredosis. En medio de una gran dispersión y después de casi perder el discernimiento, el ensayo termina por caer en apocalípticas conclusiones. Mascullo ya pensaba yo que esto iba a terminar así”. Hago una pausa, preso en mi propia estulticia.


Claro, es cosa de exponer las cosas al ritmo adecuado, tener calma. Pero no logro concretar el ensayo, inmediatamente me justifico ... con la que está cayendo los argumentos se vuelven líquidos, sufren cambios muy rápidos o se congelan de una forma insustancial.


Caigo en el escribir por escribir, pero quedo atrapado en un texto que no me convence. Intenté concluirlo de distintas formas, con frases de cierre tipo “el teletrabajo ha venido para quedarse pero ya estaba". “La pandemia ha despertado a la bestia". 


Buscando otras fuentes me topé con “Teletrabajo, zoom y depresión: el filósofo Byung-Chul Han dice que nos autoexplotamos más que nunca”. Texto redondo y ajustado. 

Negocio con mi vanidad y asumo mi fracaso. Dejo aquí este enlace que os invito a leer:


Teletrabajo, zoom y depresión


y a otra cosa mariposa. En realidad solo escribo para escuchar ese  chivatazo murmurado desde los pupitres de las primeras filas de esta clase.






© 2021 Texto de Arturo García Fernández en 685 palabras.



viernes, 19 de marzo de 2021

¿Es bueno dormir solo?

Goyo Samsa podía conocer, por la literatura, el despertar como una cucaracha pero no como un elefante. Estaba tumbado sobre la cama llevando una máscara con un tubo que se acoplaba a su nariz, por el qué respiraba. Se sentía especialmente bien. Hacía poco que había amanecido, pudo comprobar que sus pies y manos eran los de siempre. Descartó ser un paquidermo, pero había dormido solo.


Sus ronquidos y frecuentes desasosiegos nocturnos le alertaron. El neumólogo le diagnosticó apnea de sueño. Hace poco que su mujer se había mudado a la habitación del hijo ya independizado. A él le habían instalado sobre la mesita de noche una máquina de presión de aire, conectada por un tubo a una mascarilla. Tenía que tenerla puesta para dormír.


Con el respirador, había descubierto lo importante que era descansar bien. Desapareció la ansiedad respiratoria mientras dormía, pero no tenia claro si era mejor dormir solo o acompañado. 


Ahora su sueño era más apacible, la cama le pertenecía completamente y también las sábanas. Ahora no le alteraban movimientos repentinos, incluso alguna patada, en medio de la noche.


Pero extrañaba la seguridad que trasmite tener a alguien cerca, antes no tardaban más de media hora en dormirse desde que se acostaban. Tampoco quería olvidar el placer de abrazar a su mujer. Sentía que su vínculo de pareja se agrietaba.


De perdido se fue a google, donde encontró un titular “se está convirtiendo en tendencia el divorcio de dormitorio, para los anglosajones el sleep divorce”, con un clic pasó a “¿Es bueno para la salud dormir acompañado?” Le constaba que durante siglos la aristocracia había dormido, no solo en camas, sino en habitaciones separadas y que no encontraban mejor bálsamo para despertar el deseo, que encontrar impedimentos para el sexo. 


Clic, Clic … leyó como el psicólogo de turno pontificaba  “perder la pareja de un lado de la cama puede ser el mejor incentivo para mantener relaciones, ya que desciende lo rutinario, y se echa de menos a la pareja”. 


Se preguntaba ¿el amor romántico es lo que nos invita a compartir la cama? ¿o son los metros cuadrados del hogar lo que impone esto?


Quería convencerse de que en cualquier caso las parejas tradicionales, no dan el paso de dormir separados porque para ellas dormir juntos forma parte de un ideal. Todo un dilema “¿dormir solos o acompañados?... Los convencionalismos e inseguridades cuentan”. 


Esa tarde Goyo acudió de nuevo al Neumólogo: le recomendó adelgazar y dormir siempre con la mascarilla respiratoria. Estaba claro, se tendría que habituar a una dieta y a dormir solo. Hablaría con su mujer por la noche.

 

Después de la cena ya en el sofá con ella a su lado y antes de decirle nada la miró y  al cruzarse con esa mirada, supo lo que debía hacer. Sintió un pequeño escalofrío, cuando se dispuso a besar sus ojeras y proponerle compartir la manta de cuadros. 

No necesitaron elegir una serie de Netflix. 



© 2021  Texto de Arturo García Fernández en 496 palabras.


martes, 16 de marzo de 2021

Con el rostro triste y el corazón contento

Nació y se crio en una familia donde entre él y su hermano se repartían seis nombres, el mayor fue inscrito como  “José Carlos Santos Enrique” en el registro civil y él como “Pelayo Ortega Movillo” el 24 de agosto de 1956, en Mieres del Camino (Asturias). Pero su padrino le bautizó como “Julio Pelayo”. Cosas de antes. En casa se le llamó Julio, siempre con el diminutivo de “Julito”. Infancia de cuenca minera. Cuando ya de adulto tuvo que funcionar por su cuenta eligió  ser Pelayo.





Pelayo Ortega en Oviedo hacia 1970



¿Recuerdas tus primeros apuntes pictóricos de aquél rellano de la escalera, delante de la puerta del piso? En aquel pequeño espacio, dibujabas con la luz del amanecer. Allí donde frecuentemente se cruzaban los pasos de los  que regresaban de noches de rock and roll, con los que salían a buzonear panfletos.

“Si, aquellos tiempos ya lejanos de nuestra juventud en un piso de estudiantes fue una época muy bonita y cargada de ilusiones pero también de incertidumbres frente al futuro más próximo que nos acechaba. España vivía los últimos años del régimen de Franco La democracia estaba en ciernes y para un joven de aquella época todo atisbo de innovación y modernidad era motivo de gran entusiasmo. El país estaba cambiando a marchas forzadas.

Yo en aquella época vivía  muy centrado en mi deseo de ser pintor   y mis días consistían fundamentalmente en la asistencia a la Escuela de Arte de Oviedo y el trabajo en casa pero siempre había buenos momentos para compartir con los que habitábamos en aquel desvencijado piso de la calle San Bernabé de Oviedo. Los recuerdos y amistades de aquella época quedaron grabados  en mi memoria”.


¿Y las primeras exposiciones? Me acuerdo de una titulada “Serie Negra” en el antiguo Instituto Jovellanos de Gijón que tenía todos tus cuadros completamente en negro.

“Entorno a 1970, celebre junto con otros jóvenes compañeros, entre ellos tu hermano Francisco García , nuestra primera muestra  pública en una galería de Oviedo; Benedett , pionera e histórica galería de arte asturiana ya desaparecida hace años.

Nuestros trabajos tuvieron una cierta repercusión en la ciudad . Manolo Avello emblemático periodista y cronista oficial de Oviedo público un entrañable y cariñoso artículo en el diario La Nueva España valorando positivamente nuestras incipientes obras. Se notaba en este hecho  la amistad que le unía con tu padre por trabajar juntos en la Delegación de Información y Turismo de aquella época 

Eran años que para cualquier joven aprendiz de artista su afán era sobre todo buscar y experimentar los posibles lenguajes pictóricos que definieran poco a poco nuestra identidad artística . 

Yo estaba muy centrado en el dibujo y la forma y quizás de ahí derivase la monocromía de mis obras de aquel momento .  El interés y la preocupación por el color y la materia pictórica  llegaría muchos años mas tarde ya residiendo en Madrid”.



Calle Zurita, duchas públicas de la Glorieta de Embajadores, copista del Prado. 

Muerte de Franco. Taller de grabado de Dimitri Papageorgiu …


“Efectivamente,  de la capital de Asturias me traslade a Madrid en el año 1975. Mi deseo de aprendizaje hacia obligado y necesario irme a vivir y estudiar en la ciudad "rompeolas de todas las Españas " y de todas las ilusiones , que decía el poeta Antonio Machado.  

Como bien apuntas uno de mis primeros domicilios en Madrid fue un pequeño piso en la calle Zurita en donde alguna vez me visitaste , enclavado en uno de los barrios más castizos y populares de la capital, Lavapiés. Era mi casa una vivienda muy humilde que carecía hasta de cuarto de baño y para asearnos teníamos que ir a las duchas públicas municipales que estaban y siguen estando activas en la Glorieta de Embajadores. 

Esos primeros años en Madrid supuso para mí un gran impulso por tener a mi alcance  un gran abanico de posibilidades en cuanto al conocimiento y aprendizaje de  mi vocación pictórica.

La estancia en Madrid que se prolongó durante muchos años y que desde entonces  sigue siendo también mi residencia junto con Gijón, supuso también desde el punto de vista personal una serie de hechos y vivencias determinantes en mi vida particular  cómo fue mi matrimonio con Ángeles Gómez Mayo , asturiana como yo pero a la que conocí en Madrid  y el nacimiento de mi hijo Javier en esta ciudad en 1987 . 

En Madrid viví también en directo  hechos históricos determinantes para nuestro país, como fue toda la transición política hasta las primeras elecciones generales, la movida cultural madrileña,  ...

Considero a Madrid como mi casa por su carácter abierto y cosmopolita. Esto hace que le tenga mucho  cariño como ciudad dura pero al mismo tiempo  acogedora, como pocas hay en el mundo”.



¿Qué pintores eran tus referentes entre los asturianos? 

Mi vocación pictórica nació en Gijón al ver por primera vez las obras de los dos grandes y geniales artistas Nicanor Piñole y Evaristo Valle”. 



¿Y entre los pintores del resto de España y del mundo?

Ahí ya entran un número casi inabarcable de grandes pintores que de una u otra forma me sirvieron para encontrar mi camino y mi lenguaje desde el estímulo y la enseñanza magistral  de sus obras.

Del renacimiento italiano (Leonardo, Rafael, Botticeli...), del barroco español (Velázquez, Zurbarán, Ribera...), de las vanguardias históricas europeas (Klee, Picasso, Chirico, Torres García, Mondrian…), de la abstracción pictórica española de los años cincuenta (El Grupo de Cuenca, Tapies, Antonio Suárez, José Guerrero, Millares, Lucio Muñoz...), y del expresionismo abstracto norteamericano (Rocko, Newman, Pollók, Still …)”.



Mas tarde, volvimos a coincidir en tu querido Gijón: Carantoña, Atalaya, Cornión, Pessoa.
Entre conversaciones y humo. Viviendo en las lluviosas y crepusculares melancolías de la provincia. Las ideas siempre te pillaban trabajando en tu estudio/taller.

Si , al igual que Madrid , Gijón es mi ciudad, supuso para mí familia una auténtica tierra de promisión .

En esta ciudad , la más cosmopolita y liberal de las grandes ciudades asturianas fue donde descubrí mi vocación por la pintura y a ello contribuyeron con su estímulo , además de sus artistas , también personalidades como Francisco Carantoña , un buen amigo a pesar de la diferencia de edad y un auténtico sabio , gran periodista y gran persona  , Eduardo Vigil y Amador Fernández que desde sus librerías y galerías de arte Atalaya y Cornión me apoyaron desde el primer momento en el difícil objetivo de llegar a ser pintor.

A todos ellos siempre mi mas profunda gratitud”.



¿Eras muy disciplinado en tu actividad pictórica del día a día? 

La pintura es una carrera y es una profesión. Como carrera lo es de fondo y como profesión es complicada pero no menos que casi todas las profesiones.  Hoy en día si se persiste con constancia y se busca buena  formación y conocimientos adecuados se puede llegar a vivir con dignidad de ella .  Existen muchos mitos falsos y malentendidos respecto a nuestro trabajo, fruto casi siempre de un visión romántica y novelesca de nuestra actividad .

La realidad es bien distinta y en esta profesión de lo que se trata es de ser firme en nuestros compromisos para con nosotros mismos  y para con los demás . Sea este  un particular o una institución pública o privada. A quien confíe en nuestro  trabajo se debe siempre responder con la mayor entrega posible e intentar hacer las cosas lo mejor que se sepa y se pueda .

Todo ello por supuesto no tiene nada que ver  con la imprecisa palabra inspiración . Como decía Picasso la pintura , el arte  es siempre fruto en un noventa y cinco por ciento de trabajo y  un cinco por ciento de talento o inspiración. Es decir, trabajo , trabajo y más trabajo. Con seriedad y constancia las cosas poco a poco se van consiguiendo .  Lo demás son cuentos y leyendas  que no se parecen en nada a la realidad y como decía también Camilo José Cela respecto a la parecida vocación de escritor: el que resiste gana”.



Después de la serie de pinturas “La Provincia” que estaba definida por atmósferas norteñas, lluviosas , oscuras y casi monocromáticas,  vino “La Provincia Blanca” ¿ Tuvo algo que ver en ese giro de la oscuridad septentrional a la luminosidad y transparencia del sur, el nacimiento de tu hijo?


Pues seguramente sí. La evolución de la obra de un creador está sujeta a influencias tanto formales como personales , más difíciles estás últimas de precisar con consciencia y objetividad pero  presentes en la vida y ejerciendo sobre nuestra actividad un peso determinante sin duda.

En mi caso nunca me ha gustado demasiado  sistematizar las razones precisas de la evolución que mi obra ha tenido a lo largo de más de cuarenta años de actividad .

Los cambios personales en la vida de un pintor, y el nacimiento de un hijo es uno de los hechos más determinantes en la vida de cualquier persona , tiene obligatoriamente que influir en el estado de ánimo y por tanto acaba teniendo una plasmación real y formal en nuestra obra .  Ese deseo de luminosidad y esperanza en el destino va ineludiblemente asociada en el ser humano a la descendencia y por tanto tiene que repercutir en los aspectos estéticos y conceptuales de cualquier obra pictórica”. 



En marzo de 1999 el entonces director de la galería Marlborough Pierre Levai adquirió en el stand de Cornión en ARCO las obras “El pan nuestro de cada día” y “La taberna del puerto”, comenzó así para Pelayo una nueva y muy brillante trayectoria artística. Firma un contrato con una de las más importantes galerías del mundo, que le ha llevado a exponer en las salas de diferentes lugares de España, en Nueva York y en Mónaco.  


Lleva muchos años surfeando la ola del éxito, de todo ello ya hay constancia en numerosas entrevistas, mi intención en esta charla era recrear sus primeros pasos por el mundo del arte. Siento que la misión está cumplida, cuando Pelayo comenta a micro apagado:


Creo que lo que vivimos en común, sobre todo por la coincidencia en Oviedo en aquel piso "el grasin" de nuestra juventud, es la parte más significativa y original de una época de la que yo nunca había hablado hasta ahora y sin embargo es resaltable e interesante”.


 Continuaremos celebrando la amistad, con el rostro triste y el corazón contento. 


                                           © 2021  Texto e imagen Pelayo Ortega Movillo / Arturo García Fernández

lunes, 8 de marzo de 2021

¡A ras de cielo, ballenas?

Oviedo

Después de muchos años regreso a esta ciudad donde me nacieron. Tengo reservada la ascensión a la Torre de su Catedral. Desde la entrada que da a la plaza, esperando mi turno compruebo como su gótico aún conserva, como está dicho, una belleza muda y prudente.
Reconozco la torre maciza, que hasta sus segundos corredores asciende como un fuerte castillo, después se afana en ganar altura con músculos y nervios de piedra caliza en pi- rámide. En su vértice mantiene una bola grande de bronce, y encima otra más pequeña, y sobre esta una cruz que acababa en pararrayos. Recuerdo que hasta allí se encaramaba un escalatorres descalzo, como atracción en las fiestas.
Subo por una escalera de caracol, sus desgastados escalones han perdido la memoria del roce del manteo del Magistral y ahora conocen bien el mullido pisar de los Nike.
Tras la segunda y tercera balaustradas se alojan las campanas. Sus ventanales de arcos apuntados obedecen a la proporción canónica del gótico. En la planta superior una estrecha puerta me permitió acceder a una amplia terraza bajo la pirámide. Sus cuatro balcones ojivales y la caliza flamígera juegan a crear estalactitas de luz.

Leopoldo Alas dejó escrito en las grandes solemnidades el Cabildo mandaba iluminar este espacio con faroles de papel y vasos de colores, parecía bien, destacándose en las tinieblas, aquella romántica mole; pero perdía con esas galas la inefable elegancia de su perfil y tomaba los contornos de una enorme botella de champaña”.

Mejor imitar, al en otro tiempo osado Magistral y contemplar, sin catalejo, la pequeña ciudad iluminada con las ultimas luces de la tarde, extendiendo mi vista por todos sus puntos cardinales.
En ello estoy, cuando el silencio de esta hora es turbado por una amplia variedad de silbidos al oeste, desde el fondo de las vaguadas. Precedieron a unos veloces puntos negros que al pasar cerca de la torre comprobé que eran aves. Bandadas de estorninos en sincronizado vuelo se contorneaban simulando un  rebaño de cetáceos surcando el aire.
Se fueron agrupando más y más sobre el parque central, antiguo huerto de recreación de los padres franciscanos, como si hubieran sido llamados al sermón por su fundador.
Su densidad oscureció parcialmente al cielo y aquellas bandadas formaron una apretada masa, expandiéndose y contrayéndose. Era como si grandes ballenas desaparecieran, sumergiéndose, entre las copas de los árboles del Campo de San Francisco.

En Vetusta es un secreto a voces que ese día he compartido su horizonte con Fermín de Pas y el Capitán Acab.


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 © 2021  Texto de Arturo García Fernández

 

© “Oviedo, la Catedral desde la calle Santa Ana” (Autor:Pelayo Ortega)