La tierra tembló,
el alud de piedras y barro no fue suficiente,
pude conciliar la muerte con el sueño.
Cuando desperté una luz nueva teñía al viejo mundo,
en el que las aves nadaban por las aguas
en el que los peces volaban por los cielos
en el que los árboles se arrastraban por el barro
las bestias confundían sus lenguas
y el diluvio no cesaba.
© 2021 Texto Arturo García Fernández
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