viernes, 19 de marzo de 2021

¿Es bueno dormir solo?

Goyo Samsa podía conocer, por la literatura, el despertar como una cucaracha pero no como un elefante. Estaba tumbado sobre la cama llevando una máscara con un tubo que se acoplaba a su nariz, por el qué respiraba. Se sentía especialmente bien. Hacía poco que había amanecido, pudo comprobar que sus pies y manos eran los de siempre. Descartó ser un paquidermo, pero había dormido solo.


Sus ronquidos y frecuentes desasosiegos nocturnos le alertaron. El neumólogo le diagnosticó apnea de sueño. Hace poco que su mujer se había mudado a la habitación del hijo ya independizado. A él le habían instalado sobre la mesita de noche una máquina de presión de aire, conectada por un tubo a una mascarilla. Tenía que tenerla puesta para dormír.


Con el respirador, había descubierto lo importante que era descansar bien. Desapareció la ansiedad respiratoria mientras dormía, pero no tenia claro si era mejor dormir solo o acompañado. 


Ahora su sueño era más apacible, la cama le pertenecía completamente y también las sábanas. Ahora no le alteraban movimientos repentinos, incluso alguna patada, en medio de la noche.


Pero extrañaba la seguridad que trasmite tener a alguien cerca, antes no tardaban más de media hora en dormirse desde que se acostaban. Tampoco quería olvidar el placer de abrazar a su mujer. Sentía que su vínculo de pareja se agrietaba.


De perdido se fue a google, donde encontró un titular “se está convirtiendo en tendencia el divorcio de dormitorio, para los anglosajones el sleep divorce”, con un clic pasó a “¿Es bueno para la salud dormir acompañado?” Le constaba que durante siglos la aristocracia había dormido, no solo en camas, sino en habitaciones separadas y que no encontraban mejor bálsamo para despertar el deseo, que encontrar impedimentos para el sexo. 


Clic, Clic … leyó como el psicólogo de turno pontificaba  “perder la pareja de un lado de la cama puede ser el mejor incentivo para mantener relaciones, ya que desciende lo rutinario, y se echa de menos a la pareja”. 


Se preguntaba ¿el amor romántico es lo que nos invita a compartir la cama? ¿o son los metros cuadrados del hogar lo que impone esto?


Quería convencerse de que en cualquier caso las parejas tradicionales, no dan el paso de dormir separados porque para ellas dormir juntos forma parte de un ideal. Todo un dilema “¿dormir solos o acompañados?... Los convencionalismos e inseguridades cuentan”. 


Esa tarde Goyo acudió de nuevo al Neumólogo: le recomendó adelgazar y dormir siempre con la mascarilla respiratoria. Estaba claro, se tendría que habituar a una dieta y a dormir solo. Hablaría con su mujer por la noche.

 

Después de la cena ya en el sofá con ella a su lado y antes de decirle nada la miró y  al cruzarse con esa mirada, supo lo que debía hacer. Sintió un pequeño escalofrío, cuando se dispuso a besar sus ojeras y proponerle compartir la manta de cuadros. 

No necesitaron elegir una serie de Netflix. 



© 2021  Texto de Arturo García Fernández en 496 palabras.


1 comentario:

  1. Este texto es un bonito cuento, un relato. Para considerarlo una columna estaríamos entrando en el terreno ese de los “articuentos” que se inventó Juan José Millás en sus columnas de El País. Y, además, no desmerece en absoluto. Esta muy bien cómo se mezcla dentro de lo que parece una narración el que viene a ser el tema “cotidiano” o de “actualidad” del texto, que es la conveniencia o no de dormir solo, tanto para la salud, como para la pareja, etc. También se reflexiona levemente sobre el amor romántico, otro tema que ha salido a relucir en el taller. Un final muy sugerente, como el que le obligó la censura a Buñuel a poner a Viridiana.

    Sergio C Fanjul

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